sábado, 5 de abril de 2008

Putas y revueltas

La señorita Tarántula, con paso decidido, invadió el camino. Ya se había acabado. ¡A la mierda esos gilipollas! Si no sabían entenderla, era su problema. Por su parte, ahora sólo quedaba dejarles claro quién podría lamerle qué parte de su cuerpo.

Desfiló de nuevo por la alfombra roja. Los flashes, locos por ella, se olvidaban del resto de invitados. Cuánto lo había echado de menos. "¡Chicos, chicos! Ni que nunca hubiérais visto auténtico glamour... - dijo sonriendo y mirando a la chica, rubia y con un vestido plateado, que se había quedado a su lado, con la boca abierta. Al pasar por allí, le golpeó con su boa de plumas negra, y siguió caminando, revolcándose en la luz, en las miradas, disfrutando por fin de volver a su espectáculo.

La anticipación hizo aún más sublime su entrada, cuando todo el mundo miraba hacia la puerta. "¡Ha llegado el premio de esta noche!" dijo abriendo los brazos. El resto de invitados no se atrevían a hablar, sólo la miraban, de hito en hito.
Un foco la iluminó. Empezó a cantar, acercándose a los señores de bien, escupiendo a los zapatitos con lazos de las niñas bobas. Besó a un hombre, acarició el pelo de un niño al que su madre, corriendo, apartó. Nadie se atrevía aún a moverse, con su voz vibrante en el aire.
Llegó al escenario, y subió poco a poco, con los últimos compases de la canción.
"Señoras. Señores. Soy el lado de ustedes que intentan ocultar. Les doy miedo, ¿verdad pequeño? - dijo sonriéndole al niño. Pero no tienes qué temer, tranquilo. Estoy aquí para guiarte. Puedo hacer de ti todo un caballero...
Pero, lamentablemente, antes debo dejarles claro al resto algo. Ya no soy quien era. Pueden olvidarse de aquellas corbatas. De aquellos maletines, y de tanto mentir. Por primera vez, estoy delante de ustedes. Cómo no, seguramente acabarán echándome de sus vidas.
Ojalá pudieran hacer lo mismo con sus mentes. Pero ya estoy ahí. Soy todos sus secretos".

Se sentó al borde del escenario, y con voz profunda y dulce, les dijo: "Soy la única verdad que veréis en vuestra vida".
Entonces volvió a levantarse, con los tacones clavándose en el suelo. Algunos, después de aquello, recuerdan que su cuerpo empezó a ascender, y creen que les vigila desde aquel momento, intentando obligarles a sentirse a gusto consigo mismos. Otros vieron como los de seguridad sacaron sus porras y la sacaron de allí a golpes, y si la hicieron volar, fue a patadas.

Nadie sabrá nunca que ella, allí, ya era inmortal, bajo la luz de los focos de la farándula con la que se atrevió a vivir.


"I'm just a Sweet Transvestite, from Transexual Transilvania"

viernes, 4 de abril de 2008

El humo de las aceras

Esta desilusión no hace de niebla, ni cae pesarosa. Late y vive, y va y viene. Siente, pero no se arrepiente, decidida acecha y, a la noche, salta por su presa. Mientras, en un baúl, arrepentido, el lado oscuro de la justicia y el decoro, tiembla de puro miedo, y hasta de sí mismo rehúye, y a sí mismo traiciona.

Pasarán las semanas, los días, pasarán las horas y se irán sin verlos todos los segundos que aún no sabes que despreciaste. El resto, que no es vida, ni merece la pena.

Pero ya es de noche, otra vez, ya vendrá el alba a callarme la boca. Terco me sé niebla, me sé viento y siento que vuelo. Mi voz acecha. Mientras, algo tiembla, allá, abajo.


"Y sal ahí a defender el pan y la alegría. Y sal ahí, para que sepan... que esta boca es mía"