viernes, 30 de enero de 2009

Tiempo

Qué del número infinito, perdió en tu voz el tiempo, en las fauces del olvido, trémulo, vacío tiempo.
A la vez son las barcas echándose al sol, volviendo a la mar, calmas, serenas.
Incluso un niño de arena, débil, vuelto del revés de su timidez innata. Allá se ve su madre, su virilidad: postergada.
Viene el inconcluso que se quiso creer joven ya de puro viejo, martilleando con su discurso consabido, premeditado. No queda sino que archivar sus dudas, y dejarle medio cajón vacío donde lamentarlas.

Pero pasa. El tiempo pasa, la vida, el humo, las ciudades, los hombres. Pasa.
Se alza un brazo, con forma de nube, que decide exigir, transigir, volverse loco. Tratar de entender cómo no pudo hacer al tiempo su soborno. Pero ya no es nube, perdió su forma. Y pasa...


"Y era su voz, su voz, su forma de mirar, y era su voz, su voz, su forma de tocar..."

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