domingo, 22 de febrero de 2009

Esclavos y temblores

Frecuéntame con tu manía persecutoria, átame y déjame después. Pero no cuchichees para ti con cada cosa que harías en mi cuerpo, no las guardes, son mías también. No puedo evitarlo, me he enamorado de ti, acosador, úntame tu rabia.


Nada sabe igual, nada sabe igual que tú.

sábado, 21 de febrero de 2009

Calla y escucha

¡He aquí un tumulto irreverente que exige audiencia!

Porque ya no quiero esperanzas, ni esperas. Ni me gustaría encontrarme al cruzar la calle con dudas sobre lo que hicimos. No quiero barrancos ni quiero asaltarte, olvídate de que te arrastre a formar parte de mi vida. Me gustaría, en cambio, que entendieras que ya no tengo por qué hacer esto. Lo hago y lo haré, pero sin motivación. Seguro que algún día sin darme cuenta dejaré de hacerlo, y pensarás entonces que te he robado algo. No te quito nada al irme, no me das nada al quedarme. Pero aparto el montón de papeles sobre mi mesa, los restos de otras cosas menos importantes porque no hablan de ti, y me dedico de lleno a mantener viva una esperanza que ya no arde, ni se consume, ya no está. Ni siquiera espero que estas palabras hagan de fuelle, ni que estés al otro lado para escuchar, como siempre te limitas a escuchar el eco de tu propia voz.

Pero si aún así me escuchas, y mis palabras vuelcan la hoguera, si quieres un salto al vacío y darme alguna limosna de lo que te sobra al mirarte en el espejo, si aún tienes más oídos que para ti y al menos una vez me ves dejarlo todo, arráncate de ti mi pensamiento, y devuélvemelo.



Mis huéspedes concurren, concurren como sueños, con sus rencores nuevos, su falta de candor. Yo les pongo una escoba tras la puerta, porque quiero estar solo con mi rostro de vos, pero el rostro de vos mira a otra parte. Con sus ojos de amor que ya no aman, como víveres que buscan a su hambre, miran y miran y apagan mi jornada. Las paredes se van, queda la noche. Las nostalgias se van, no queda nada. Ya mi rostro de vos cierra los ojos, y es una soledad tan desolada.