lunes, 31 de marzo de 2008

Mis manos son de mentira

Artificial es lo que escriben, y polvo lo que quedará de ellas. Quedará también una marca en un mueble, una mancha en el suelo, un libro en blanco y la música en el aire que palpita.
Así que, ¿quién podría decirlo? Lo artifical y lo natural lo mismo dejan, lo mismo son. En el teatro ya no quedan telones que echar, la luz del día se cuela por un foco. Hipócritas los actores se desnudan una noche más, sintiendo lo mismo de siempre, recitando sin pensar. ¿Artificial? ¿Natural? Quién lo diría, lo mismo da.

Sabe que es dulce, pero sabe que es pecado. Al final sólo queda la mentira.
Entonces intenta que parezca que lo que sintió puede hacerlo sentir a los demás. Jamás lo conseguirá.

Al piano la voz de la luna le dice la verdad. "Sigue tocando para ellos, sin pensar en volver atrás. Sigue creyendo que detrás del telón no hay nada, o lo está todo. Hazlo a tu modo, convénceles. Esa será siempre tu vida y la suya. Ellos te mirarán. Tú sonreirás.
Por eso vivís, porque no sabéis mentir mejor".


"Lo haga bien o lo haga mal, prometo hacerlo de verdad".

martes, 25 de marzo de 2008

Hijo de la Fortuna

En el camino de sucesivos y súbitos hostiazos, nunca sabes cuándo te encontrarás de cara con la fortuna. No la fortuna de la gloria, la fama y el poder. La Fortuna. El destino. Porque de todas esas caídas habrá una en particular que marcará el resto. Y como puedes te levantas sabiéndote una persona nueva. Pensando que después de todo, esto está tan mal que no parece estar mal del todo. El legado del destino es la resignación. Podéis mandarme a la silla eléctrica, yo no pienso ser sólo un hijo más de la Fortuna.


"Me dividieron en trozos. Mi madre se quedó uno. Otro se lo di a mi hombre. El último se lo di a la estrella del rock que se llevó lo mejor, y salió corriendo".

domingo, 2 de marzo de 2008

Los ángeles no tenemos memoria

Así termina Barbarella. Psicodélico pase de modelitos de Jane Fonda. Grandísima película, que te hace plantearte por qué ya no se pueden hacer parodias de semejante calibre.
Es curioso que, justo las obras con un tono más cáustico y mordaz, vamos, todo aquello que pretende reírse de lo que ve, sea lo que más representativo y trinfante resulte. Podría ser el Quijote, The Rocky Horror Picture Show, o L'elisir d'amore. También, claro, Barbarella. El registro da igual, la idea es la misma, reírse de su propio ombligo.
A veces, esa es la única manera de tomarse la vida en serio, y mandar a cagar a los cuatro niñatos (por mucho pelo que gasten) que se dedican a criticar por criticar, que diría Alaska.

Al final será verdad, y los ángeles no tendrán memoria. Serán seres inconscientes, aislados de la podredumbre de este mundo. Al final será verdad que son puros. Y que no tendrán nada que ver con el hombre.


"Durante la caída, no dejo de oír voces en mi cabeza. Pero, por primera vez, son sólo las mías".

Aprieta el gatillo

Un segundo separa el placer de la obsesión. Un segundo más corto de lo habitual, más espontáneo. Porque no deja pasar el tiempo, el tiempo quiere pasar por él.
Un momento en el que dejas de pensar, y sólo sabes dónde está lo que quieres. Y será tuyo.
Un instante en el que, en tu cabeza, un gatillo se suelta.


Como un guante de seda forjado en hierro...