miércoles, 3 de septiembre de 2008

Convivo con-muertos

A mi alrededor caminan cansados, discípulos mansos.

Cuando los observo asombrado, me parece ver un brillo curioso en sus ojos. Un brillo que apagan pronto, frotándose los párpados. Sí, allí estaba.

Los hay en bancos, sentados, esperando. Los hay vestidos de viejos, de putas, de malabares. Hay otros inconformistas con el clima, y también una que abraza demasiado a su niño.

En sus mentes una nube se llevó su arrebato. Su candez, su vivez. Dejó allí sandez de vivir, con regalos caros, joyas falsas. Sonrisas.


A veces basta el reflejo de una cerilla en la mirada, un sobre vacío, una mañana fría. Bastan para un asesino de palabras, un juntaletras que rompe hasta el aire.


A veces no soy yo, busco un disfraz mejor...

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