Cuando te miro, y no me refiero a mirarte, sino a Mirarte, escojo las palabras cuidadosamente y te describo despacio, saboreando la pereza que me das.
He decidido no volverte a ver; es una de las ventajas de saber olvidar, de poder ser cruel, de imitarte.
"Por favor, por favor, no me lo digas, como yo no te lo digo a ti".
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