domingo, 2 de marzo de 2008

Los ángeles no tenemos memoria

Así termina Barbarella. Psicodélico pase de modelitos de Jane Fonda. Grandísima película, que te hace plantearte por qué ya no se pueden hacer parodias de semejante calibre.
Es curioso que, justo las obras con un tono más cáustico y mordaz, vamos, todo aquello que pretende reírse de lo que ve, sea lo que más representativo y trinfante resulte. Podría ser el Quijote, The Rocky Horror Picture Show, o L'elisir d'amore. También, claro, Barbarella. El registro da igual, la idea es la misma, reírse de su propio ombligo.
A veces, esa es la única manera de tomarse la vida en serio, y mandar a cagar a los cuatro niñatos (por mucho pelo que gasten) que se dedican a criticar por criticar, que diría Alaska.

Al final será verdad, y los ángeles no tendrán memoria. Serán seres inconscientes, aislados de la podredumbre de este mundo. Al final será verdad que son puros. Y que no tendrán nada que ver con el hombre.


"Durante la caída, no dejo de oír voces en mi cabeza. Pero, por primera vez, son sólo las mías".

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